Artículo escrito por Luisinho
Luisinho
19-01-2013
Días buenos y días malos. Conviviendo con la enfermedad de parkinson

Autora

Dra. Mercedes Cavallé Anducas. 

Resumen

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que puede ser diagnosticada mediante kinesiología, y tratada, mejorando o estabilizando su evolución, mediante técnicas médicas no convencionales como el Reprogramador Ocluso Muscular (ROM), la biorresonancia, la homeopatía, la Medicina Tradicional China, la nutrición ortomolecular, la fitoterapia, etc.

Palabras clave

Parkinson; Enfermedad neurodegenerativa; Kinesiología aplicada; Biorresonancia; Reprogramador Ocluso Muscular.

Introducción

Cuando nuestra capacidad de adaptación o umbral de tolerancia disminuye con la edad, se desencadena progresivamente el proceso biológico de envejecimiento que conlleva la instauración de múltiples patologías degenerativas entre las que se encuentra, en segundo lugar de frecuencia, la Enfermedad de Parkinson. Estadísticamente sabemos que a los 60 años afecta al 1% de la población, mientras que a los 70 afecta al 10% de dicha población. Con respecto a la carga genética de esta enfermedad en relación con las causas adquiridas, es solo de un 10%.

La enfermedad de Parkinson afecta al movimiento, al control muscular y al equilibrio. En 1817, el médico inglés James Parkinson la describió por primera vez con el nombre de ‘Parálisis Agitante’: “movimientos involuntarios de carácter tembloroso, con disminución de la fuerza muscular que afectan a partes que están en reposo y que incluso provocan una tendencia a la inclinación del cuerpo hacia delante y a una forma de caminar a pasos cortos y rápidos. Los sentidos y el intelecto permanecen inalterados”.

Este trastorno neurodegenerativo es debido a la degeneración selectiva de neuronas dopaminérgicas nigroestriadas, con la  subsiguiente falta de dopamina, neurotransmisor clave, que ocasiona los síntomas motores concomitantes a la enfermedad como son: los temblores, la rigidez, la lentitud en el movimiento (“enfermedad a cámara lenta”), la falta de coordinación y desequilibrio con inestabilidad postural y alteraciones en la deambulación. El temblor lento en reposo, como síntoma más llamativo, pueden ocurrir en manos, pies, brazos, piernas, mandíbula, labios o cara. De forma característica el paciente empeora a medida que avanza el día.

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